Argentina fuera de la mesa climática: el impacto de un retiro estratégico en la lucha global contra el cambio climático
por Dario Alaniz · 20 noviembre, 2024
En un mundo donde los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, la cooperación internacional se posiciona como una de las herramientas más poderosas para enfrentar esta crisis. La reciente decisión de Argentina de retirar a su comitiva de la cumbre global sobre cambio climático genera interrogantes no solo sobre las implicancias para el país, sino también sobre el impacto en el contexto geopolítico y ambiental internacional.
Argentina ha tenido un papel activo en las negociaciones internacionales sobre cambio climático desde los inicios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), firmada en 1992.
Participación de Argentina en las COP previas:
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COP3 (1997, Protocolo de Kioto):
Argentina se adhirió al Protocolo de Kioto como país no obligado a cumplir metas vinculantes, pero apoyó la implementación de mecanismos de flexibilidad como el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). -
COP4 (1998, Buenos Aires):
La COP4 se celebró en Buenos Aires, donde Argentina desempeñó un rol anfitrión, destacándose como un puente entre países desarrollados y en desarrollo en la búsqueda de consensos. -
COP10 (2004, Buenos Aires):
Argentina volvió a ser anfitriona y propuso un marco más sólido para abordar la adaptación en países en desarrollo. -
COP25 (2019, Madrid):
Argentina renovó su compromiso con el Acuerdo de París, priorizando políticas de mitigación y adaptación, y promoviendo la inclusión de justicia climática como eje en las negociaciones.
Participación en el Acuerdo de París (2015, COP21)
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Compromiso nacional:
Argentina presentó su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), comprometida a reducir un 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 respecto a un escenario tendencial, con posibilidad de alcanzar un 30% sujeto a financiamiento internacional y transferencia tecnológica. -
Rol en las negociaciones:
- Argentina abogó por el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, destacando la necesidad de apoyo financiero y tecnológico para los países en desarrollo.
- Destacó la importancia de integrar a los sectores agrícolas y energéticos, claves para la economía del país, en las políticas de mitigación y adaptación.
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Revisiones posteriores:
En 2020, bajo el espíritu del Acuerdo de París, el país actualizó su NDC, mejorando su compromiso al fijar un límite absoluto de emisiones de 359 millones de toneladas de CO₂ equivalente para 2030, marcando un aumento de la ambición climática.
Consecuencias inmediatas:
- Pérdida de influencia en el diseño de políticas globales: Al no participar, Argentina pierde la oportunidad de defender sus intereses específicos, como financiamiento para transición energética o compensaciones por pérdidas y daños.
- Deterioro de su imagen internacional: Este tipo de decisiones pueden interpretarse como desinterés por las agendas globales, afectando relaciones diplomáticas y comerciales.
Impacto interno:
- Riesgos para el desarrollo sostenible: La ausencia de la cumbre puede ralentizar proyectos de energías renovables, protección de biodiversidad y financiamiento verde.
- Oportunidad perdida para liderar en la región: Argentina posee recursos estratégicos como el litio, clave para la transición energética global, pero sin estar en la mesa de negociaciones pierde la capacidad de aprovechar su potencial.
El contexto geopolítico:
- El vacío que deja Argentina: Otros actores, como Brasil o México, podrían capitalizar su ausencia para liderar la región en estas discusiones.
- La presión de los grandes emisores: Países como China, Estados Unidos y la Unión Europea podrían ver con recelo la falta de compromiso de una nación emergente con tanto peso ambiental.
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La decisión de retirar la comitiva no solo representa un retroceso en el compromiso climático, sino también un golpe estratégico que puede tener repercusiones en la posición internacional de Argentina. En un momento crítico donde el cambio climático demanda unidad y liderazgo, la inacción tiene un costo incalculable para el presente y el futuro.
Es imperativo que la sociedad civil y las organizaciones ambientales exijan mayor coherencia y compromiso con las agendas climáticas, recordando que lo que está en juego no es solo la reputación de un país, sino la calidad de vida de sus generaciones futuras. cantan Yo también quiero cantar.